Este
año quisimos dar un giro radical a todos los destinos que nos habíamos
planteado anteriormente. Al regresar de la India estuvimos pensando en lugares que
combinasen frío; que no fuese Asia para descansar de Japón, India o
Tailandia; que presentasen un atractivo especial para Altea... Mirando
opciones quisimos probar suerte en África pero ¿dónde ir? Muchas
posibilidades.... estuve mirando blogs tan maravillosos como el de Algo que recordar o El rincón de Sele. Igualmente contacté con Paco Nadal. Los tres coincidieron en lo mismo: un país con naturaleza espectacular, con safari para ver a los big five, accesible y conducible... SUDÁFRICA (y dada su proximidad...SUAZILANDIA)
Fue
entonces cuando comenzamos a buscar y mirar rutas, trayectos... Cada
vez más seguros de la elección. Nuestro plan como siempre comprar los
billetes en Navidad y poco a poco reservar alojamientos, tours...pero
llegó noviembre y unas lluvias nos dejaron sin cole y sin poder salir de
casa. Para matar el tiempo encerrados mientras no podíamos salir de
casa tropecé con una oferta buenísima: ida y vuelta un Valencia - Madrid
- Johannesburgo por 600 euros volando ambas veces por la noche para
poder descansar y aprovechar al máximo. ¡No nos lo pensamos y le dimos a
comprar!
Con los vuelos en la mano no pusimos a mirar alojamientos. Nos sorprendió ver que prácticamente todos los blogs que leímos coincidían en que la alta ocupación en invierno recomendaba la reserva lo más pronto posible. ¡Qué exagerados!... ¡Pues no! Encontramos serias dificultades para reservar algunos alojamientos o tours. Antes de enero ya habíamos reservado prácticamente todo. Solo necesitábamos que los días volaran para poder irnos...
Trámites imprescindibles:
- No se necesita visado. Solo un pasaporte válido.
- Vacunas. Aunque ahora es invierno y hay poco mosquito la malaria es recomendable. Nosotros no la tomamos. Solamente le dimos a Altea la profilaxis que nos facilitaron en Vacunación Internacional.
- Carné internacional de conducir. Los trámites se hacen en tráfico. A nosotros no nos lo han pedido en toda la estancia. Ni al recoger el coche.
-
Al viajar con un menor hace falta la partida de nacimiento traducida.
Se puede pedir online al ministerio y te llega a tu casa. No tiene
coste. No nos la han pedido y habíamos leído que es imprescindible para volar por dentro del país.
- La Wild Card es una tarjeta que sirve para no pagar las conservation fees de muchos parques y atracciones. En la web pone los precios. Nosotros calculamos todos los parques nacionales y actividades que íbamos a hacer y nos salía a cuenta comprarla. La compramos con dos meses de antelación y no nos llegó a casa a tiempo pero con el pdf de compra que te mandan cuando la compras te aplican los descuentos.
Día 1
El
viaje no pudo comenzar más accidentado. Llegamos al aeropuerto con
tiempo suficiente pero nuestro vuelo Valencia - Madrid se retrasó dos
horas. Imaginad los nervios y la incertidumbre de si llegaríamos o no a nuestra conexión.
Aterrizamos a quince minutos de que despegase nuestro vuelo destino
vacaciones. Le explicamos a Altea que teníamos que correr mucho para no
perderlo y que necesitábamos que colaborase. Al abrir la puerta salimos
literalmente volando hacia la otra punta de la terminal. Con Altea
enganchada como un saco de patatas corrí toda la terminal mientras Pau
recogía a pie de avión el carro. Lo que toma casi media hora en
recorrerse, nosotros tardamos 12 minutos, pero al llegar a la puerta de
embarque el personal de tierra casi no nos deja subir. Finalmente el
piloto nos autorizó. ¡Lo habíamos conseguido!
El vuelo en general fue muy decepcionante. El
personal estaba de mal humor, no ofrecieron soluciones a varios
problemas del pasaje, no fueron amables en general, la refrigeración tardó en comenzar a funcionar...
Día 2
Aterrizamos
a la hora prevista en Johannesburgo. Sobre las 10 de la mañana. Pero no
se habían terminado nuestros problemas. Cuando fuimos a por
nuestras maletas... ¡sorpresa! no estaban. Seguramente seguían dando
vueltas en la cinta de equipajes de Madrid... Pero bueno, lo podíamos
suponer. A nosotros casi no nos dejan embarcar y corrimos mucho... Las
maletas no tanto...
Fuimos
al mostrador de equipajes y nos tomaron los datos. Nos dieron un kit de
subsistencia tan cutre que casi nos da un patatús. Camiseta XXL,
calzones o pantalón corto blanco, cepillo de dientes que puedes
exfoliarte las encías, un peine, crema corporal, cuchilla de afeitar
(por si quieres cortarte las venas con la atención de Iberia), desodorante y una
carta de disculpa. Nos dijeron que las maletas llegaban el domingo pero
nosotros el domingo estábamos en Ciudad del Cabo por lo que solicitamos
que las mandasen allí.
Sin
maletas salimos del aeropuerto no sin antes comprar una SIM
para poder comunicarnos. Nos recogieron del aeropuerto y el conductor
nos llevó a un centro comercial a comprarnos un par de pantalones y algo
de abrigo puesto que las chaquetas estaban en Madrid. Luego fuimos al alojamiento.
El guesthouse está en el barrio de Melville. El Ma’khaya es
un sitio limpio y con un tremendo desayuno. Se portaron genial
llevándonos a por ropa y pendientes de nuestras necesidades. Dejamos lo
poco que habíamos comprado y como ya eran las cuatro de la tarde nos duchamos y nos
fuimos andando hacia la zona de restaurantes. Cenamos en La Stalla.
Le habíamos prometido a Altea que como se había portado genial ella podía decidir la comida y quiso pizza.
Un sitio muy bueno y aunque de precio un poco alto para ser Sudáfrica
la verdad es que Altea se lo había ganado.
Día 3
El
único completo en Johannesburgo lo comenzamos con un mega desayuno
que nos hizo la cocinera del alojamiento. Una maravilla para comenzar.
Nos
hemos movido en Uber durante todo el viaje en los desplazamientos cortos. Funciona genial y los precios son buenos. Pedimos uno
para ir hasta las Orlando Towers que
son unas torres en Soweto que las pintan con bastante asiduidad.
Destacan mucho pues alrededor no hay nada más. Hacía frío y no nos
quedamos mucho rato aunque puedes hacer salto desde lo alto de las torres o tomarte algo en el bar que hay bajo. Para llegar allí atravesamos varios Townships. Barrios que en su día estaban habitados por los negros durante el apartheid. Son poblados chabolistas muy grandes.
Muy cerca se encuentra el Neighbourgoods Market. Un
sitio muy animado con puestecitos de comida de diferentes países,
música en directo y con un ambiente muy alegre. ¡Nos encantó!
Aprovechamos para comer tranquilamente y disfrutar del ambiente.
Solo
cuatro km nos separaban del alojamiento así que optamos por andar. De
camino volvimos a pasar por el centro comercial del primer día y
entramos para comprarnos algo más de ropa ya que Iberia no nos aseguraba
cuando iban a llegar nuestras maletas. Nos compramos algo de fruta y
yogur y al llegar nos duchamos y cenamos en la habitación ya que
teníamos que madrugar al día siguiente.
Día 4
Nos
despertamos a las cinco de la mañana para ir al aeropuerto y poder
tomar el vuelo a Ciudad del Cabo. Un Uber nos llevó sin problemas y
llegamos con mucha antelación. Aprovechamos para ir a Swissport para ver
si sabían algo más sobre nuestras maletas. El mostrador estaba cerrado
pero un señor mayor aceptó ayudarnos. Las localizó enseguida y nos dijo que estaban de camino de Madrid, que
como nos íbamos a Ciudad del Cabo esa misma tarde nos las mandaba allí.
¡Bien!
El
vuelo fue genial y llegamos a Ciudad del Cabo alegres de poder
recuperar nuestro equipaje en unas horas. Al aterrizar fuimos a
preguntar a la oficina de Swissport para confirmar lo que nos habían
dicho en Johannesburgo. Efectivamente. Recogimos el coche y nos fuimos
hacia el apartamento Dejamos las maletas y nos fuimos a explorar.
Primero paseamos por Long Street que era la paralela al apartamento pero era domingo y pocas tiendas había abiertas. Andamos hasta el barrio de Bo-Kaap. Habíamos
leído que hay un restaurante de comida malaya muy recomendable con unas
vistas a la ciudad. No lo dudamos y subimos por las empinadas calles.
Arrastrar el carro con Altea no fue fácil pero llegar arriba y pillar la
última mesa del Bo-Kaap Kombuis nos supo a victoria. Comida espectacular con vistas y con un personal muy amable. Altamente recomendable. Disfrutamos mucho.
De
regreso pasamos por las calles de colores que se han hecho famosas en
los últimos años. El barrio ha mejorado mucho desde que comenzaron a
cuidar el entorno. Pasamos por casa un momento para coger la batería
externa y nos fuimos hacia el paseo marítimo.
El V&A Waterfront es
una zona en el puerto de Johannesburgo muy animada. Pese a ser domingo
había un gran ambiente. Está lleno de tiendas de productos artesanos
locales y muchos restaurantes. Subimos a la noria y al trenecito para
contentar a Altea y luego nos compramos una limonada casera deliciosa.
Optamos
por regresar a casa para coger el coche e ir al aeropuerto a recoger
nuestras ansiadas maletas. Llegamos allí y tras mostrar los
identificadores nos dejaron entrar a la oficina que habíamos visitado en
la mañana. Una chica muy amable nos indicó que nuestras maletas no
estaban. ¿Como? Miró en nuestro expendiente y no le constaba que
hubiesen enviado ningunas maletas... A punto de sufrir otro infarto la
mujer estuvo llamando a las oficinas en Johannesburgo pero nadie sabía
nada... Al final me dijo que la acompañase y me llevó a un pasillo
oscuro y...¡Allí estaban! Tiradas como si fuesen basura... La mujer no
supo explicarnos como era posible que no le hubiesen notificado y
alguien las hubiese dejado ahí tiradas...pero nos daba igual ¡Las
teníamos con nosotros! Nos despedimos felices de poder terminar con esto
y nos fuimos.
Paramos
en un super de camino. Estaba en un barrio bastante demacrado así que
entramos bien rápido y compramos lo imprescindible. Regresamos al
apartamento y nos duchamos y nos pusimos nuestra ropita. ¡Qué gusto!
Cenamos y nos acostamos.
Día 5
Salimos
relativamente temprano a explorar Ciudad del Cabo. Andando llegamos
hasta Signal Hill y Green Point pero el mar estaba muy picado, el tiempo
era un poco desapacible y hacía frío... Seguramente con buen tiempo es un paseo más que agradable, con esculturas y sobretodo con el mar en calma.
Cogimos
un Uber y nos fuimos hacia el Old Biscuit Mill. Es un antiguo recinto industrial
transformado con tiendecitas de artesanía y restaurantes pero al ser
invierno muchos estaban cerrados. Nos comenzó a llover y no nos motivó demasiado comer por allí así que nos fuimos al barrio The Observatory y comimos allí en una hamburguesería espectacular. Super recomendable el Jerry's Burger Bar.
Quisimos
volver andando pero se puso a llover y nos fuimos a casa en Uber.
Aprovechamos para recoger todas las cosas, cenar pronto y acostarnos
para salir temprano hacia el Cabo de Buena Esperanza.
Día 6
Madrugamos
un poco puesto que teníamos un día muy largo por delante. Tuvimos que
reorganizar la ruta puesto que al ser invierno la Chapman’s peak drive estaba cerrada. Una pena. Nos dirigimos en primer lugar hacia el Cabo de Buena Esperanza Si
tienes la Wild Card entrar es gratis. Llegamos y llovía mucho. En la
puerta nos dieron un mapa. Nosotros teníamos como puntos marcados el Cape of Good Hope y el Cape Point.
La verdad es que el paraje es espectacular y aunque llovió a trozos
vale mucho la pena la visita. Supongo que en verano o primavera cuando
no hace tanto frío ni viento se puede disfrutar mejor.
Tras estar un ratito allí nos fuimos hacia Simon’s Town. Un pueblecito pesquero que vive de la industria marítima y de la colonia de pingüinos. Comimos en el Salty Sea Dog un
pescado frito buenísimo y aunque no sea muy glamuroso vale la pena.
Altea se había pasado toda la mañana preguntando por los pingüinos y
ya era momento de verlos. Con la WC está incluida la entrada. Vas por
una senda de madera entre la arena de la playa y vas viendo miles y miles de
pingüinos incubando los huevos y cuidando de las crías. Es una
experiencia muy bonita y aunque había gente no era agobiante. Altea lo
disfrutó mucho.
Al terminar nos pusimos dirección Franschhoek. La zona de vinos. Pero antes había una parada corta a Muizenberg beach. Esta playa es conocida por las coloridas casas de colores que hay en la arena. El tiempo estaba empeorando así que paramos para la foto y continuamos nuestro camino.
Llegamos en dos horas al alojamiento. El Basse Provence es
un alojamiento antiguo rodeado de viñedos. Nos pareció un lugar espectacular y
eso que estaba lloviendo muchísimo. No pudimos ni ir a explorar el pueblo y estuvimos padeciendo por si al día siguiente no podíamos hacer la excursión de los viñedos.
Menos mal que llevábamos comida y cenamos en la habitación. Por la
noche nos trajeron bolsitas de agua caliente...¡Maravilloso!
Día 7
Tras
haber dormido plácidamente, recogimos nuestras cosas y nos fuimos a
desayunar. El día apuntaba a lluvia y frío pero no quisimos que nos desanimase el momento.
Nos habían preparado unos platos ricos y nos fuimos de allí
casi rodando. El desayuno del Basse Provance bien merece un premio y el servicio otro. Nos prepararon un desayuno muy completo con huevos, hash brown, pan de varias clases, unos scones de quitarse el sombrero, fruta pelada, quesos variados...
La zona de Franschhoek es una zona conocida por sus viñedos. Puede haber
más de cien bodegas. Grandes, familiares, de vinos espumosos, dulces... Y el WineTram es una empresa que ha organizado muchas rutas
(ahora en invierno solo funcionan dos o tres) que te llevan a varios
viñedos. Tu compras un tique para una ruta (en nuestro caso la gris) y
vas bajando y subiendo en los viñedos que te apetece. Puedes estar media
hora, una hora, hora y media...y cuando ya has terminado la cata
regresas al punto del bus o del tren y vas a la siguiente. Al ser invierno y el tiempo no acompañar en la misma ruta solo estábamos nosotros y una familia con dos niñas de unos siete y doce años. Altea y las nenas se hicieron muy
amigas así que nos acabamos juntando también nosotros y nos pasamos el
día juntos. Visitamos las bodegas de Franshhoek Cellar: una cata
maridada con quesos muy acertada y sobretodo un enorme parque infantil.
Resultado: las niñas jugando y los adultos catando. Creo que fue la que
más me gustó. Luego fuimos a Ricketty Bridge: La cata fue bien
pero no la acompañaron con nada de picar entonces pues casi salimos de
allí doblados. Esas eran las bodegas del alojamiento y por habernos
hospedado allí no pagamos nada. En tercer lugar paramos en Moreson: En esta
el restaurante estaba cerrado y tomamos algo de vino y unos platos de
fiambre y queso. No pasará por ser una gran bodega... Luego fuimos a Eikehof: Bodega
muy pequeña y familiar. Estuvimos solo media hora. Tienen un
avestruz y unos pollos que hizo que las nenas se olvidaran de que tenían
hambre por un rato. El personal muy amable. Finalmente paramos en Leopard’s Leap:No
probamos el vino. Nos fuimos directamente a comer. Había mucha hambre.
A las cinco nos recogieron y nos llevaron al punto de partida. Fue
un gran día. Altea se lo pasó en grande con las amigas y nosotros
disfrutamos de viajar en compañia de una pareja muy amable.
Podemos decir que este fue uno de los mejores días del viaje. Por la compañía, por el sitio, por las actividades que hicimos... Volaría a Sudáfrica otra vez solo por hacer de nuevo esta actividad...¡y eso que yo no bebo alcohol!
Después de dos horas en coche llegamos a Vermont. Cena y a dormir. El alojamiento de AirBnB era una casita pequeña, puede que incluso demasiado pequeña para los tres. La dueña fue muy amable en todo momento con sus recomendaciones, sus consejos... Incluso nos hizo la colada. No nos alojamos en Hermanus sino en la vecina Vermont que es más tranquila.
Día 8
Nos
despertamos con la ‘grata sorpresa’ que nuestro vuelo de Port Elizabeth
a Durban había sido modificado a un horario y una combinación horrible. De ser directo y a medio día había pasado a ser un vuelo en conexión y con tres horas de escala. Total que nos iba a dejar si poder visitar Port Elizabeth.
Tras dos horas intentando contactar con Southafrican Airlines pudimos
solicitar la devolución de los billetes y comprar unos nuevos. Nos llevó
toda la mañana y casi no pudimos ver mucho de Hermanus. Aprovechamos el
rato que nos sobró de mañana para hacer un trocito de la Cliff Path.
Un sendero de aproximadamente 11km que bordea toda la costa. Con el
solecito se nos pasó un poco el disgusto no haber podido aprovechar del
todo la mañana. Altea se lo pasó en grande acercándose al agua y
cogiendo conchas y caracolas. El camino está muy bien cuidado y tiene
cada dos por tres seguridad. En época de ballenas se las puede ver desde
los bancos que hay repartidos a lo largo del camino. Nosotros no tuvimos esa suerte aunque si escuchamos a otros viajeros que las habían visto. No quisimos hacer el barco que te lleva mar adentro a verlas puesto que habíamos leído que no eran muy respetuosos con los animales.
Volvimos al coche y llegamos hasta el Rotary Way Lookout que
es un mirador. El punto más alto de Hermanus tiene una pequeña zona
para dejar el coche y un par de bancos. Nos quedamos un ratito allí para
disfrutar de las vistas.
Nos comenzó a entrar sueño y decidimos volver a casa a comer y descansar un poco.
Tras
la siesta nos acercamos al lago que había cerca de casa. En verano hay
flamencos pero ahora había patos y conejos. Vimos como el sol comenzaba a ponerse y la luz era muy bonita.
Dimos un corto paseo por Hermanus al atardecer antes de cenar.
Buscando sitios para comer pescado habíamos leído sobre Fisherman's Cottage.
Decidimos ir pronto ya que no teníamos reserva y menos mal... Pudimos coger la última mesa libre.
¡Menuda suerte la nuestra! Situado en un edificio protegido su
especialidad es todo tipo de pescados. El camarero muy amable nos
aconsejó y pedimos una sopa de pescado para compartir que estaba
deliciosa. Altea se la comió casi toda y con el frío se agradecía mucho.
De segundo nos trajeron un pastel de pescado con una ensalada de verdes y
una fuente con pescado variado y gambas. ¡Todo espectacular!. Salimos de allí
super contentos con la cena y nos fuimos a casa a dormir.
Día 9
Nos levantamos y pusimos rumbo a Oudtshoorn. El viaje era un poco largo pero la parada mereció la pena. La zona se ha especializado en la crianza de avestruces y hay muchas granjas en las que se puede visitar y ver como es todo el proceso. También se puede comer o cenar. Lo primero que hicimos fue ir a la granja que teníamos reservada para comer y para visitar. Llegamos con un solecito súper agradable y decidimos comer en la terraza. Obviamente el menú era prácticamente a base de avestruz y aunque lo probé (si, tras más de veinte años sin comer carne lo probé) no me supo a nada interesante. Pau dice que estaba bueno.
Al terminar la comida un chico nos acompañó a la vista por la granja. Vimos la zona de crianza, la zona donde los alimentan, donde cuidan los huevos, la tienda de productos... La visita fue muy entretenida e incluso les dimos de comer.
Terminada la visita nos fuimos hacia nuestro alojamiento. ¡Menudo sitio bonito y cuidado! Una habitación bonita y con juegos de mesa y todo. Estábamos cansados de todo el día y decidimos cenar algo de lo que teníamos en el coche y acostarnos pronto.
Día 10
Nos levantamos a tope de energía y desayunamos genial. Huevos, fruta, pan, galletas... Nuestro siguiente destino era el Parque Nacional de Tsitsikamma. Con la Wild Card tienes la entrada incluida. El sitio nos encantó. Cuando llegas a la entrada enseguida te dan un mapa con todas las posibles excursiones que puedes hacer. Las hay muy sencillas de menos de 1km y de hasta 20 o más así que puedes detenerte los días que quieras en la zona. Nosotros con Altea tampoco podríamos hacer mucha montaña así que mirando lo que hacer nos decidimos por el camino de los puentes colgantes. Menos de media hora te separa de la entrada de los puentes suspendidos sobre el río Storm. El paseo vale mucho la pena y Altea se lo pasó en grande cruzando los puentes que se movían sin parar.
El camino se hizo muy ameno y las vistas son espectaculares. Tras pasar allí un rato nos volvimos al coche y al alojamiento. Ha sido probablemente el más flojo de todos. El personal muy amable pero la habitación muy vieja y no había ni jabón...
Esa misma tarde salimos a cenar a un restaurante que habíamos leído que era curioso. El Marilyn's 60's dinner es un restaurante lleno de memorabilia de los años 60 y de la ruta 66. Con coches, cuadros de Elvis y música de la época. No es que se diga un restaurante muy cuidado pero el ambiente y la comida te transporta. Cenamos pronto y a dormir que había que madrugar.
Día 11
Otra excursión corta que habíamos planificado era la de visitar el Big Tree. Menos de 500 metros separan la entrada (Wild Card lo incluye) de un árbol enorme.
Regresamos al coche y pusimos rumbo a Port Elizabeth. El final de la Garden Route estaba cerca. Llegamos tras unas horas al alojamiento. Una pasada de sitio. Espacioso, limpio... Como era hora de comer decidimos irnos a una calle cercana a picar algo y menudo acierto. El Salt es un restaurante que tiene de todo, pescados, carnes, arroz, comida asiática... ¡Buenísimo!
Con la mesa al sol nos entró sueño y volvimos a descansar. Cuando nos levantamos buscamos un supermercado, compramos la cena y nos la comimos en el hotel.
Día 12
El único día completo en Port Elizabeth lo dedicamos a visitar sitios bonitos. Fuimos a dejar toda nuestra ropa en una lavandería para tenerla limpia en el safari y luego nos fuimos a explorar. El primero fue Sardinia Bay. Una playa de dunas que nos encantó y en la que pasamos prácticamente toda la mañana. Altea disfrutó tirándose por las dunas como una croqueta e incluso se quiso bañar, con lo fría que estaba el agua...
Se hizo casi la hora de comer así que optamos por irnos al hotel, ducha y salir al centro a comer. Llegamos al Blue Waters Café y comimos pescado. Aquí en Sudáfrica prácticamente en todos los sitios lo cocinan rebozado. Luego dimos una vuelta por la zona y regresamos al alojamiento para hacer las maletas. Devolvimos el coche al aeropuerto para no tener que preocuparnos más.
A la noche decidimos volver a la calle de los restaurantes para cenar e irnos pronto a dormir. El Two Olives es un restaurante mediterráneo así que pedimos pizzas, ensalada griega... Muy bueno todo.
Día 13
Nos despertamos temprano y desayunamos genial. Mientras yo terminaba de arreglar las maletas Pau se fue a por la ropa a la lavandería. Terminamos de empacar y en un Uber nos fuimos al aeropuerto. Embarcamos las maletas y esperamos a subir al avión. Menuda sorpresa la nuestra cuando llegamos a nuestros asientos y teníamos espacio para estirar las piernas ¡Un subidón!
El vuelo fue genial y al llegar a Durban recogimos el coche de alquiler y nos fuimos a St Lucia. Llegamos a hora de cenar así que lo dejamos todo en el hotel y nos fuimos a la calle principal a buscar un sitio para cenar. Acabamos en el Reef & Dune cenando como reyes. Carne, hamburguesa de pescado, sepia...el sitio tiene una gran zona para niños y Altea estuvo entretenida todo el rato con otros nenes que había por allí.
Todo el pueblo está lleno de señales de cuidado con los hipopótamos pero no pensábamos que nos fuésemos a encontrar uno a menos de diez metros.
Nosotros no lo sabíamos pero los hipopótamos son el animal que más mata en África. Pensábamos que al ser tan 'amables' pues que no eran peligrosos y nos acercamos mucho. La verdad es que por suerte no tuvimos problemas pero pudo haber sido peligroso.
Día 14
Llegando a St Lucía la noche anterior contactamos con una empresa que se dedica a hacer tours por el Estuario que hay cerca y reservamos el tour para las 7 de la mañana del día siguiente así que madrugamos y nos fuimos a ver hipos y cocodrilos. El tour dura aprox dos horas y algo y te llevan en una lancha mientras te explican muchas cosas sobre los animales. Fue muy interesante y los vimos de cerca.
Al terminar volvimos al hotel a desayunar y luego salimos en dirección Suazilandia. Teníamos varias horas por delante y además el GPS podría dejar de funcionar puesto que íbamos a cruzar de país.
Los trámites de la frontera son muy sencillos pero con la lentitud típica. Tuvimos en primer lugar que ir a un mostrador a enseñar los pasaportes, luego volvimos al coche y fuimos un poco más dentro a rellenar los datos del coche. Finalmente de vuelta al coche a un tercer trámite. No nos pidieron documentación ninguna: ni la partida de nacimiento de Altea, ni la carta de paso que nos hicieron para el coche (una autorización para poder sacar el coche del país)...
Enseguida que cruzas a Suazilandia notas el cambio brutal. Esuatini es un país gobernado por un rey absolutista que se gasta todo su dinero en vida de lujo mientras su pueblo se ahora en la tasa más alta de VIH del mundo. A priori no suena un sitio al que viajar o que tenga muchas cosas que ofrecer pero a nosotros nos venía de paso y si no era en esta oportunidad...¿cuándo íbamos a poder visitarlo?
Paramos en la primera gasolinera que hay al cruzar, compramos unos anacardos y pusimos rumbo a nuestro destino: El parque Hlane.
Nos costó todavía unas horas llegar hasta allí sobretodo por el mal estado de las carreteras. Tuvimos que parar en una chabola a preguntar por la dirección. Finalmente llegamos al parque e hicimos sin problemas el check in. El campamento no dispone de electricidad y todo funcionaba con lámparas de parafina. Ni internet, ni datos, ni facilidades...eso si ¡un rondavel maravilloso!
Fue nuestro primer contacto con los animales tan cercanos. Los impalas se mueven tranquilamente por el parque.
Como era hora de comer nos acercamos a una zona que tiene sillas de cara aun estanque que sirve para que los rinocerontes y otros animales puedan beber.
Al ser invierno se hace de noche muy pronto por lo que decidimos quedarnos por la tarde por el campamento, ducha relajante y reservar en el restaurante para cenar. El restaurante tampoco tiene luz y la verdad es que es muy romántico con los sonidos de los animales de fondo.
Día 15
Madrugamos mucho para recorrer el parque en coche. ¡Nuestro primer safari!. ¡No podíamos estar más emocionados! Desayunamos algo rápido en la casa y nos fuimos con el coche. Un safari no es más que conducir por las carreteras del parque y ver y disfrutar de la fauna y la flora que hay. Hay que tener unas mínimas precauciones como no acercarse demasiado a los animales, no lanzarles cosas... Sentido común vamos...
No hace falta que os diga que el primer animal que vimos, un grupo de rinocerontes, alucinamos en colores. ¡Todo lo que habíamos imaginado con Altea se estaba cumpliendo en ese mismo momento!
La sensación de estar allí con ellos observando sus pasos y todo lo que hacen es maravillosa y sentir que nos estamos cargando el planeta y no hacemos nada por preservar lo que tenemos era muy grande. Tras los rinocerontes vimos también pumbas y muchos pájaros pero ni una zebra o león. Nos habían dicho que si que podíamos ver pero a nosotros tras unas cuantas horas allí se nos resistían...
Dada la sequía de animales que habíamos visto decidimos irnos a algún pueblo cerca a explorar también la civilización. Llegamos a un centro comercial y compramos salchichas, patatas fritas para comer. Volvimos al campo a comer y descansar.
Eran las dos de la tarde cuando decidimos volver a coger el coche para dar una vuelta por otra zona del parque. Teníamos el mapa que nos habían facilitado en la recepción y nos lanzamos a una zona un poco más alejada. Los caminos y carreteras del safari de Hlane no tienen buena señalización pero pensábamos que el mapa si era fiel a la realidad...nada más lejos. Estuvimos buscando animales y vimos un poco más de lo mismo. Cuando sobre las cinco comenzaba a anochecer decidimos volver un poco tristes de ver que habíamos visto fauna pero no todo lo que esperábamos. Comenzamos a intentar hacer el camino de vuelta pero nos perdimos. Estuvimos más de una hora y media intentado buscar la salida pero no había manera. El reloj estaba a punto de marcar las seis de la tarde, hora en la que cierran las puertas del campamento y te quedas fuera. Ya llorando y padeciendo de pasar la noche entre animales, sin comida y muertos del susto vimos una verja que separa la reserva de la carretera que estaba rota...Decidimos 'colarnos' y llegamos a la carretera principal. Descansamos un poco al ver que no dormiríamos con leones pero había que entrar al campamento y no sabíamos si nos dejarían entrar. A las seis y veinte llegamos a la puerta y no había nadie así que pasamos, abrimos la reja y entramos.
Fuimos directos a cenar al restaurante como la noche anterior aunque tardamos un día en perder esa sensación de angustia. Esa noche dormimos como nadie.
Día 16
Nuestro tiempo en Suazilandia estaba a punto de terminarse pero hoy llegábamos al plato fuerte: El Parque Kruger. Teníamos dos opciones: volver a Sudáfrica por y llegar al Kruger a medio día, o recorrer algo de Esuatini y llegar más tarde. Optamos por la segunda por lo que el camino fue más largo.
Todo el camino estuvo lloviendo y las ciudades principales que cruzamos tampoco vimos nada que nos llamase para parar. Aunque no hicimos nada de provecho también fue guay ver un poco el país. Los trámites fronterizos fueron igual que al entrar: lentos y poco productivos pero sin problemas.
Llegamos a la Crocodrile Bridge Gate y tras el check in y recoger nuestra llave entramos al Crocodile Bridge Rest Camp para dejar las maletas y acomodarnos en la que iba a ser nuestro alojamiento por esa noche. Flipamos en colores de lo limpio, cuidado, bonito, aseado y maravilloso que era. Una casita de los más mona con todo lo que necesitábamos para pasar la noche y más. Con vistas al río y lleno de impalas. ¡Más bonito imposible!. ¡Y con una barbacoa para nosotros solos! No lo dudamos y Pau se fue a comprar algo de verdura y maderas para encenderla. Es noche cenamos verduras a la brasa con vistas. ¡No podía comenzar mejor nuestra aventura en el Kruger!
Días 17 al 21
Safari en suajili significa viaje y un safari no es más que eso. Viajar, conducir, moverse por las carreteras en este caso del Kruger y dejarte sorprender los animales que te van apareciendo sin que tú te lo esperes.
Algunas consideraciones
- Hacer un safari en el Kruger es muy sencillo puesto que las carreteras son muy buenas y la señalización es muy clara. Hay tres tipos de carreteras: las principales que están asfaltadas, las secundarias que son de gravilla pero que cualquier coche puede recorrerlas y las de 4x4 que igual hay tres en todo el parque. Lo que si habíamos leído que recomiendan es comprar un libro de carreteras y vaya acierto, además de mostrarte posibles rutas, explica información de la flora y de la fauna y en la parte trasera hay una lista para que marques todos los animales que has visto. ¡Recomendadísimo!
- El Parque Kruger tiene dos zonas: lo que es el parque público por así decirlo en el que cualquier persona paga la tasa de entrada y puede ir, y las zonas o reservas privadas gestionadas por empresas y con sus hoteles. Obviamente el precio es distinto y para ir a las reservas privadas tienes que alojarte allí. Es posible que veas más cerca y más 'vida animal' en las privadas puesto que ellos se encargan de que veas la ferocidad del león por ejemplo. Nosotros ni por precio ni por idea fuimos a las reservas privadas.
- Puedes alojarte en los campamentos que hay a lo largo del Kruger (como fue nuestro caso) o en los pueblos cercanos. El precio es prácticamente el mismo, pero si duermes fuera tienes que pasar todos los días el control de entrada por lo que es más engorroso y necesitas disponer de más tiempo.
- En invierno no hace falta alojarse en el norte del parque. La falta de lluvia hace que los lagos y ríos con agua solo son los del sur por lo que el norte tiene menos concentración de animales.
- Los animales se acercan y mucho pero tienes que mantener la distancia de seguridad, no pitarles, darles de comer... (vaya, lo normal).
- La wild card incluye la entrada.
Nosotros nos quisimos alojar dentro del Kruger por lo que miramos los campamentos. En noviembre cuando lo reservamos ya no había casi nada libre en el sur y nuestra opción fue hacer noche cada día en un campamento. Era muy engorroso hacer entradas y salidas cada día pero por otro lado igualmente teníamos que conducir con el coche para ver animales por lo que tampoco nos suponía algo tan horrible. Nuestras seis noches fueron en este orden:
- Cocodrile Bridge Camp
- Skukuza Rest Camp
- Skukuza Rest Camp (en una casa diferente por lo que también tuvimos que hacer check in)
- Lower Sabie Rest Camp
- Cocodrile Bridge Rest Camp
- Lower Sabie Rest Camp
En el momento de la reserva ese es el 'mejor' itinerario que pude conseguir puesto que nosotros queríamos esos tres campamentos por localización. Tampoco se nos hizo al final demasiado pesado. En la web de reservar los alojamientos pone las distintas opciones: tienda, rondavel con cocina, sin cocina, parcela para tu caravana... Nosotros optamos por los rondavel que son las construcciones típicas. Algunas las pudimos conseguir con cocina y otras sin pero todas con baño, con unas camas comodísimas y con toallas y jabón. ¿Se puede pedir más? No son los alojamientos de lujo pero a nosotros nos parecieron super.
Todos
nuestros días en el Kruger los organizamos de la siguiente manera: nos
levantábamos pronto, desayunábamos y nos metíamos en el coche hasta casi
ocho horas conduciendo por las carreteras, principales y secundarias,
en búsqueda de la fauna. Todo con la banda sonora del Rey León. A lo largo del parque hay zonas habilitadas como merenderos o restaurantes en los que puedes parar y cocinarte tú o pedir que te sirvan. Nosotros descubrimos Tshokowane. Una pequeña zona de picnic que hacen el mejor pan. Lo descubrimos por casualidad y todos los días nos venía de paso al conducir y parábamos a comprar unos cuantos para poder comerlos por el camino o para calentarlos en la barbacoa a la noche.
Pero no solo nos gustaba a nosotros, en un despiste se metió un mono en el coche y nos robó el pan. Altea pobre se quedó apenadísima de ver que el mono se había llevado su pan.
Los camps estaban llenos de niños y Altea coincidió varios días con niños de su edad. Se lo pasó en grande y no fue para nada un impedimento el inglés. Entre ellos se entendieron, compartían sus juguetes... Incluso una noche que no se nos encendía la barbacoa, los padres de dos niños nos ayudaron mientras ellos jugaban.
No
puedo describir la sensación de ver ante nosotros la vida animal. La
tranquilidad de las jirafas comiendo, el revuelo de los monos con sus
crías, la elegancia de los leones, la familia de los elefantes, la
gracia de los facóceros (Pumba), la belleza de los impalas... Se me
saltaron las lágrimas al ver toda aquella belleza, con ese cielo, con
ese paisaje... Y sobretodo con la alegría y la espontaneidad de Altea.
Lo que ella ha vivido y ha experimentado allí no lo puedo explicar. Ha
sido feliz. Viendo animales comer hierba, identificar a los impalas
macho y hembra, descubrir la trompa de los elefantes...¡Es un viaje tan
bonito para niños!
Las fotos no representan ni por asomo la calidad ni la cercanía de los animales pero ¡madre mía! los tuvimos bien cerca y tan tranquilos... Ellos comían y luego se desplazaban a otro lugar... Y luego Altea feliz de ir tachando en la lista los animales que había visto:
Uno de los días quisimos hacer un safari privado. La verdad es que no sabría deciros si valió la pena al cien por cien. Encontramos muy positivo el no conducir por un día. Después de ocho horas en el coche durante tres días agradecimos el no conducir. Pero por otra parte, el safari lo haces por las mismas carreteras que íbamos nosotros los días anteriores por lo que los animales que ves son los mismos. La ventaja: los rangers se conocen y se avisan de los lugares que han visto leones por ejemplo.
Los Rest Camp son campamentos como pueden ser los campings aquí: tiene su restaurante, para hacer la colada, piscina... También ofrecen muchas actividades para los que se alojan allí: safaris andando, safaris al amanecer, al atardecer.... Pau quiso hacer uno andando y la verdad es que le encantó. Nosotras nos quedamos. Altea es menor de seis años y no hay actividades en las que ella pueda participar por ser menor de seis.
Para nosotros ha sido todo un acierto alojarnos allí. Cenas en la barbacoa,
Uno de los días en el campamento vimos un impala herido. Menos mal que había un ranger que con un dardo la sedó (todo eso delante de nosotros), le curó la pierna y la dejó otra vez de vuelta a la naturaleza. ¡Altea alucinó! el hombre nos dejó acercarnos y acariciar al impala y ver como le ponia las medicinas...
Día 22
Nuestro último día en el Kruger fue un poco triste. Recogimos las cosas del campamento y de salida fuimos despidiéndonos de cada animalito. Pusimos rumbo a la zona del Mpumalanga. A los pocos kilómetros de abandonar el Kruger entras en una zona verde, con árboles altísimos y cielos despejados. Parece mentira que estemos al lado y cambie tanto.
La provincia del Mpumalanga es conocida por su orografía. Uno de los pueblos principales es Graskop. Nuestro alojamiento estaba en este pueblo. Antes de llegar quisimos aprovechar y visitar alguna de las atracciones naturales que tiene. Vimos el God's window que es un mirador espectacular y los Three Rondavels que son tres formaciones rocosas en forma de casa. La entrada no es demasiado cara y la verdad es que los paisajes son espectaculares.
Buscando otro de los lugares más conocidos para visitar pasamos por delante de una puerta que ponía algo así como típica comida Sudafricana. Y la verdad es que durante el viaje hemos echado de menos como en otros viajes comer más comida de la zona. No lo dudamos, decidimos entrar al Potluck Boskombuis y ¡menudo acierto!. Tras bajar una carretera de arena rojo intenso llegas a una zona de aparcamiento y cuando entras en el restaurante que han montado allí en medio de un río te invade una sensación de buen rollo. Todo lo cocinan con brasas y no hay electricidad por lo que hay que pagar en efectivo.
Comimos genial y aunque no es excesivamente barato la verdad es que vale la pena mucho. Al lado hay un riachuelo y Altea, que se ha pasado todo el viaje andando descalza por Sudáfrica, no lo dudó y quiso ir a explorar.
Después del momento tan bonito de verla meter una pierna y mojarse medio pantalón decidimos volver al alojamiento y descansar un poco, hacer las maletas y prepararnos mentalmente para la vuelta a casa. Salimos a dar una vuelta y entramos en el Harrie's Panckaes. Un restaurante cuya especialidad son las tortitas saladas y dulces. Teníamos mesa para cenar pero no pudimos resistirnos a probar una de fruta. Bien. Tampoco nos pareció nada del otro mundo. Pero son muy famosas.
Teníamos mesa en Abe's at the Glass House reservada. El sitio es pequeño y con pocas mesas. Con luz tenue y un personal muy amable. Pedimos dos platos para compartir y dos postres y menudo acierto. ¡Todo buenísimo!
Salimos de allí llenos y nos fuimos andando a casa. Últimos toques a la mochila y a dormir.
Día 23
Hoy comenzábamos nuestro regreso a casa. La verdad es que es de los días más tristes para mí. De pensar que me esperan lavadoras y se me ha pasado volando el viaje me invade un poco de tristeza... Pero enseguida me digo... ¡ya queda menos para el próximo viaje! y entonces Pau me mira con cara de ¿nunca tienes suficiente?...
Nuestro vuelo estaba programado para las ocho de la tarde en Johannesburgo así que pronto nos pusimos rumbo a la ciudad. Teníamos pensado parar en un centro comercial que tiene una zona con muchos productos típicos africanos como collares, vestidos, menaje, pulseras... Teníamos tiempo de sobra y algunos rands en el bolsillo así que era un gran plan. Gastarse el dinero en compritas.
Llegamos sobre mediodía y la verdad es que el sitio era muy bonito. El Rosebank Craft Market tiene aparcamiento gratuito y muchas tiendecitas por explorar. Compramos unos cuencos, un vestido para Altea, unos imanes y alguna cosa más... Satisfechos con las compras decidimos irnos a comer. Pau vio que cerca había un restaurante de pescado y decidimos probar.
El Fismonger Rosebank es un restaurante con una carta muy amplia de carnes, pescados, sushi... Altea vio unas gambas en una mesa cercana y quiso que pidiéramos. Al final unas gambas, un poké y una pasta marinera fueron nuestro menú. Todo muy bueno, el personal muy amable y nosotros muy contentos. Nos íbamos a despedir de Sudáfrica bien comidos y puesto que la cena de los aviones ya se sabe... Pues al menos la comida había sido excelente.
Al lado se encuentra el Doppio Zero. Una cafetería con una vitrina de pasteles muy aparentes. Decidimos tomar el postre allí.
Para quitarse el sombrero. Volvimos al coche y fuimos al aeropuerto. Tras dejar el coche, facturar las maletas y pasar los controles nos fuimos a esperar nuestro vuelo. Usamos los rands que nos habían sobrado en las cartas del UNO (gran descubrimiento para Altea estas vacaciones) y unos chicles.
El vuelo de regreso fue horrible. No por el servicio que fue algo mejor que el de la ida, sino por un pasajero que teníamos justo detrás. Viajaba con un bebé de año y medio y durante seis horas de reloj estuvo maltratando psicológicamente al niño. Nosotros hemos viajado con Altea con esa edad y está claro que quieren andar, tocar los botones de la pantalla... Pero nunca y digo nunca se nos ha ocurrido decirle frases como las que escuchamos salir de la boca de ese señor: 'eres un puto niño malo', 'qué maricón que eres', 'te portas como el culo'... El niño lloraba de terror cada vez que el padre se acercaba...
No pude dormir casi nada, incluso tuve que irme a la parte de detrás a que me diesen un vaso de agua los de Iberia porqué estaba muy nerviosa y con ansiedad.
Luego lo volvimos a ver en Madrid en el control de pasaportes y todavía mirando a Altea le dijo al niño: 'mira esa niña, no ha dado por culo en todo el viaje'.
Cada vez que lo pienso me pongo mala. Lo que tendrá que escuchar ese niño a lo largo de su vida. Y no, no me atreví a decirle nada. El 'señor' tenía pinta de repartir leña y la verdad... No me vi con fuerzas de decirle aunque fuese amablemente que dejara de hacerlo.
Nuestro segundo vuelo fue mucho mejor. Aterrizamos nosotros (y las maletas) y nos despedimos de un gran viaje.
Cosas que hemos aprendido del viaje
- Sudáfrica es un país completamente desarrollado. Nosotros pensábamos que íbamos a encontrar más dificultades pero las carreteras són fantásticas, los servicios funcionan perfectamente y es un país para ir con niños sin problemas.
- Los sudafricanos son gente muy amable y muy cariñosa. Eso sí, no tengas prisa para que te traigan la comida. En muchos sitios hemos visto la frase: We do not serve fast food. We serve food as fast as we can. (No servimos comida rápida. Servimos comida lo más rápido posible). Eso ya te da una idea de la situación.
- Hacer un safari por tu cuenta es facilisimo. Cuando dijimos que nos íbamos por nuestra cuenta todo el mundo nos alarmaba de lo peligroso que era estar entre animales. Nada más lejos de la realidad. Tanto en el Kruger como en Hlane es perfectamente viable. Con lo que se hace muy fácil con niños puesto que paras cuando quieres y te lo organizas como prefieres.
- Sudáfrica no es un país para vegetarianos o veganos. Yo de hecho tuve que comer después de 20 años un par de días carne. Menos en las grandes ciudades que si hay pescado, en el interior es carne. Mi experiencia fue bastante mala. Tras veinte años ni me gustó el sabor, me costó masticar y luego tuve una digestión de vomitar. Hasta dentro de veinte años si no es por supervivencia no creo que la vuelva a probar.
- Pese a la fama de peligrosidad del país nosotros no hemos encontrado ninguna situación que nos hiciese estar alerta. Está claro que hay barrios que seguramente no sean recomendables pero ¿acaso eso no ocurre en todos los países? Con unas precauciones lógicas se puede disfrutar perfectamente. De hecho nosotros estuvimos en Soweto solos, los tres, ningún turista más y no tuvimos sensación de peligro ni miedo.
- Nos hemos movido usando Wace. Nos ha servido mucho para reorganizar las rutas por el tráfico o para avisarnos de controles de policía o carreteras en mal estado.
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